“Pongamos entusiasmo y pasión en lo que hacemos y enseñamos”

Ser médico presupone una capacidad de comprensión y de ejercicio de la profesión que trasciende el puro sentido causal de la patología y de la comprensión científico-natural de la misma, de este modo el médico será el agente de ayuda y cambio que debe ser.
H. Tellenbach 
 

Después de más de 25 años de compartir aprendizaje con médicos residentes y estudiantes de medicina, de experiencia como jefe de estudios de una Unidad Docente de Medicina de Familia y de profesor de homeopatía, creo que siendo imprescindible el establecimiento de una formación estructurada basada en el aprendizaje de adultos es de igual importancia el currículo oculto.

En la enseñanza, el currículo oculto consiste en aquellas cosas que los alumnos aprenden a través de la experiencia de acudir a la escuela más allá de los objetivos educacionales de dichas instituciones. Y en la formación de adultos como pueden ser los profesionales de la salud, engloba aquellos aspectos no explícitos del currículo como una suerte de ‘‘curriculum “moral1.

Como aprendiz que no se deja nunca de ser, reconozco la importancia que ha tenido en mi formación como médico el ejemplo de mis maestros. Ejemplo que deja profunda huella, porque nada hay como el ejemplo para fijar la conducta a seguir en determinadas circunstancias.

Y es que como decía Marañón, es mejor que un alumno termine su periodo de formación sin saber diagnosticar la fiebre tifoidea que sin saber cómo atender a un paciente. Las pruebas diagnósticas están en los libros. La comunicación con los pacientes precisa un aprendizaje en valores y actitudes que difícilmente se adquieren exclusivamente estudiando.

Pero en estos años que corren parece que el conocimiento y la experiencia no son considerados, se expulsa a profesionales altamente cualificados que han dejado lo mejor de sí en los hospitales por tener una determinada edad y se valora más la habilidad práctica concreta de un recién llegado. Lo opuesto a lo que la lógica y la historia nos ha enseñado.

No están de moda los tiempos de la experiencia, del médico consultor, que una vez jubilado seguía siendo guía de los más jóvenes, útil para sí y para el hospital. El tiempo de los maestros, generadores de vocaciones y de espíritu de trabajo y sacrificio no parece compatible con el tiempo de los gestores que creen que los hospitales y los centros de salud son solo números.

Y eso impregna la clínica y la atención de los pacientes. Durante mis años de residente y de médico de familia he podido observar con pena y preocupación actitudes negativas hacia los pacientes, por sus circunstancias personales, el momento o la forma de pedir ayuda o el tipo de problemas de salud que presentaban; y como estos cotidianos ejemplos negativos han modificado el modo de trabajar y consultar de muchos médicos.

Tanto es así, que cuando los residentes de medicina de familia llegan a su último año considero una labor prioritaria desaprender lo negativo y reafirmar lo positivo de su formación previa. Y en gran medida se trata de currículo oculto.

En mi experiencia, cuando los residentes establecen una relación estrecha con sus tutores se consideran clones por el modo en que actúan en la consulta. Adquieren el modo de trabajar que han aprendido, mucho de lo cual no está en los libros. Y eso tiene mucho de bueno cuando imitan lo positivo de sus tutores. Pero también pueden imitar sus defectos y por ello creo que es de gran utilidad aprender distintos modos de pasar consulta. Aprender lo mejor de cada uno. Y sobre todo aprender del entusiasmo, del amor por lo que se hace.

La enseñanza de adultos, máxime de una profesión centrada en la vocación y los valores debe ser teórica y práctica pero también experiencial. Es imprescindible compartir experiencias con otros profesionales e imbuirse del ejemplo. Ejemplo en el estilo, la actitud ante las muy diversas situaciones clínicas y en valores. Porque en los hospitales y en las consultas se toman a diario miles de decisiones técnicas, comunicativas y éticas y para saber hacer (una apendicetomía o comunicar una mala noticia) es necesario haberlo vivido previamente en primera persona

En la formación de los médicos homeópatas este aprendizaje es a mi juicio imprescindible. Llevamos años de progreso con la formación teórica en homeopatía dirigida a médicos especialistas interesados en saber más para ayudar a sus pacientes. Pero no es suficiente. El aprendizaje práctico en la consulta es imprescindible para conseguir excelentes profesionales.

Maestros en medicina y en homeopatía siguen existiendo, porque un maestro es aquella persona capaz de transmitir conocimientos, actitudes y valores que nos permitan ser mejores médicos y personas. Y yo he tenido la suerte de conocer algunos y aprender de ellos.

Pongamos entusiasmo y pasión en lo que hacemos y enseñamos. Amor por un método terapéutico que es tan profundo y que puede servir de ayuda a muchos pacientes. Y combinemos el necesario conocimiento teórico, con la práctica de la historia clínica homeopática y el modo de tomar decisiones en su contexto. Tomemos lo mejor de cada maestro.

De la fortaleza del currículo oculto depende en gran medida el futuro de la práctica de una medicina homeopática moderna centrada en el paciente.

Creo que se lo debemos a la sociedad, a nuestros pacientes actuales y futuros y a nosotros mismos.