El motivo de este post es poner de manifiesto unos hechos ya conocidos socialmente y que están afectando a un gran parte de la población española y de los sanitarios: el acoso a la homeopatía. ¿Nos tendremos que acostumbrar a vivir en un país en el que se echa a faltar la profundización en los temas de los que se habla, imperando la banalización de los hechos, las prisas y el vértigo del momento, para olvidar inmediatamente lo de ayer?

Y es que ya lo dijo en el siglo XIX, D. Joaquín Segura y Pesado, médico mexicano que dirigió la primera Escuela Nacional de Homeopatía de este país:

“La homeopatía ha introducido en la medicina un gérmen de progreso muy valioso. El médico homeópata debe tener un conocimiento profundo de patología… Hay quienes no conocen la farmacodinamia homeopática y sentencian sobre una disciplina que para ser juzgada, necesita la instrucción más detallada de esa rama de la medicina”  (La Reforma Medica, 1885)

O lo que el refranero español, tan sabio, nos dice: “zapatero a tus zapatos”.

Vivimos en la Unión Europea, en pleno siglo XXI, donde la homeopatía es practicada por miles de médicos y reclamada por los pacientes, dada su efectividad. Existen evidencias científicas suficientes como para tener muy en cuenta esta terapéutica. Si nos limitamos a nuestro entorno, encontramos que se estudia en las facultades de medicina de muchos países, por ejemplo: Austria, Francia, Alemania, Italia, Rumania, Suiza, Turquía…