LA INVESTIGACIÓN EN HOMEOPATÍA, “A TODO COLOR”

Al hablar de investigación en homeopatía, a menudo pensamos en «blanco o negro» porque además los medios tienden a llevarnos a ese tipo de pensamiento: «¿funciona o no? ¿hay pruebas o no? ¿los estudios son favorables o desfavorables?»

Sin embargo la realidad es más interesante que eso, no sólo en homeopatía sino en medicina en general. Cuando un resultado es positivo, no termines de creértelo hasta que lo confirmes. Cuando es negativo, pregúntate si lo que falla es el medicamento o la forma de medir sus efectos.

Por ejemplo, si un niño tiene fiebre de 38,5 diríamos que es más eficaz un medicamento que la baje a 36 que uno que la baje a 37,5. Pero si el niño de 37,5 está contento, come, juega, duerme, mientras que el de 36 está inapetente y tristón, ¿qué diríamos? ¡Pues eso es lo que suele ocurrir con los tratamientos homeopáticos!

Se trata de ir acumulando datos, que además son de diferente tipo y responden a diferentes preguntas, para ir poco a poco encajando el puzzle para tener una imagen lo más cercana posible a la realidad.

Por eso voy a intentar devolver los colores a la pregunta sobre la investigación en homeopatía:

¿Se ha demostrado que funciona? Pues sí, y hay dos maneras de hacerlo:

Una, medir hasta que punto sus efectos son diferentes de un placebo, en un entorno extremadamente controlado (los ensayos clínicos). El resultado es estar bastante seguro de que el efecto detectado se corresponde con el medicamento y no con otras cosas que hayan ocurrido al mismo tiempo. Pero a veces, al llevar el medicamento a la práctica real ya no funciona como se pensaba porque a los pacientes de verdad les ocurren cosas y tienen problemas que justamente se han eliminado de este tipo de estudios. Hay estudios de este tipo en homeopatía con alergia, depresión y fibromialgia, por ejemplo.

Otra, medir lo que ocurre en la realidad (estudios observacionales). La ventaja es que lo que ocurra es lo que le ocurre a los pacientes reales en condiciones reales, está más cerca de los que estáis leyendo este texto. La desventaja es que no se puede estar tan seguro de si ha habido circunstancias que no hemos sabido controlar y que nos están llevando a engaño. Estudios muy interesantes se han hecho en este campo con las infecciones respiratorias, sobre todo.

Las autoridades sanitarias prefieren el primer tipo de estudios de cara a autorizar la puesta en el mercado de un medicamento, sin embargo los pacientes solemos preferir los estudios «observacionales» porque reflejan mejor nuestra realidad. Y los médicos… pues depende, en general intentamos juntar ambos tipos de datos y además tener en cuenta nuestra propia experiencia.

¿Se sabe cómo funciona? Más o menos.

Hay estudios de laboratorio que ya han conseguido explicar qué sustancias actúan sobre qué partes de qué células produciendo unos efectos determinados. Sin embargo, quedan muchas sustancias por explicar todavía.

Además, necesitamos entender mejor cómo los efectos locales y concretos se convierten en un aumento general del bienestar, que es lo que el paciente nota con los tratamientos individualizados. Hay teorías muy interesantes sobre las cascadas de reacciones que se producen al «mover» (estresar) el organismo con homeopatía, pero les falta demostrar algunas de las piezas del puzzle.

Pero sabemos que es posible porque algunos estudios demuestran que al poner un tratamiento homeopático para ciertos síntomas, los pacientes refieren que el mismo medicamento ha producido un alivio de otros síntomas aunque no tuvieran nada que ver con el problema para el que se puso el tratamiento.

¿Qué tienen «dentro» los medicamentos homeopáticos? Es que están tan diluidos… La respuesta es que, en efecto, «tienen algo».

Algunos estudios nos muestran que las sustancias que se «diluyen y dinamizan» liberan nanopartículas que se trasladan de una dilución a la siguiente de modo que siempre podemos encontrarlas. Y otros estudios nos muestran que el liquido en el que están esas partículas se ordena de tal manera que tiene propiedades específicas que podemos medir con diversos aparatos (por ejemplo de resonancia magnética).

Funcionan, pero ¿mejor que los fármacos convencionales? Es que esa es una pregunta trampa.

Porque el paciente no tiene que elegir entre unos u otros, sino que puede sumarlos. El médico busca el momento y la forma adecuada de usar cada tipo de medicamento o de terapia, con objetivos concretos. Y claro, los estudios (en este caso son «epidemiológicos») muestran que los pacientes tratados por médicos que integran la homeopatía, están igual o mejor pero tomando menos fármacos. Es lógico, y la ventaja de añadir los homeopáticos y que eso permita reducir los convencionales, es que el número de reacciones adversas (efectos secundarios) disminuye. lo demuestran así los estudios denominados «EPI3» en Francia, y otros realizados en los hospitales homeopáticos del sistema de salud de Gran Bretaña o en los centros integrativos del sistema de salud de La Toscana en Italia.

No he citado estudios concretos porque puede resultar complejo y saturar al lector, pero el que desee información más explícita puede leer un resumen y además escuchar un audio en esta conferencia celebrada a propósito del Día Internacional de la Homeopatía del año pasado.

https://gualbertodiaz.wordpress.com/2016/04/11/evidencias-cientificas-en-el-dia-mundial-de-la-homeopatia/

Como veis, hablar de investigación no es fácil aunque sí es muy interesante. Así que cuando alguien os hable de investigación de forma muy categórica (en homeopatía ocurre mucho para negar sus efectos y decir que es imposible), os invito a no creerlo a pies juntillas porque es más creíble el que habla con mayor serenidad y modestia: así es como debería ser un científico, porque eso le permite mantener la curiosidad que le mueve a descubrir más y la mente abierta que le permite modificar su forma de pensar a medida que descubre. 

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