“Aquel que puede curar enfermedades es médico. Ni los emperadores, ni los papas, ni los colegas, ni las escuelas superiores pueden crear médicos. Pueden conferir privilegios y hacer que una persona que no es médico, aparezca como si lo fuera; puede darle permiso para matar, pero no puede darle el poder de sanar.
El verdadero médico no se jacta de su habilidad ni alaba sus medicinas, ni procura monopolizar el derecho de explotar al enfermo, pues sabe que la obra ha de alabar al maestro y no el maestro a la obra.
El que no ha nacido para médico, nunca lo será. El médico debe ser leal y caritativo. El egoísta muy poco hará en favor de sus enfermos. Conocer las experiencias de los demás es muy útil para un médico, pero toda la ciencia de los libros no basta para hacer médico a un hombre, a menos que lo sea ya por naturaleza”.
Paracelso

El día 22 de enero de 2019 se celebró en Santander un debate, organizado por El Diario Montañés y el Colegio de Médicos de Cantabria, con el título “Medicina científica y Deontología vs. pseudociencias y pseudoterapias”, aunque por el desarrollo del mismo debería haberse llamado debate sobre homeopatía, que es lo que en verdad fue.

En este debate, frente a una defensa de la homeopatía bien argumentada por parte del Dr. Modesto Roca, hablando de sus beneficios para el paciente, de su inocuidad, de su campo de aplicación en especialidades médicas, de los miles y miles de pacientes que se han visto aliviados de sus patologías con estos tratamientos, escuchamos al representante del observatorio de la OMC, el Dr. Jerónimo Fernández, quien aseguró estar de acuerdo con los planes del gobierno actual de prohibir la aplicación médica de la homeopatía  ya que no considera al medicamento homeopático como un fármaco, sino como un “producto”.

El propio título del acto ya podía hacer presuponer que se partía de una posición sesgada que no permitiría un acercamiento de posturas. A un lado de la mesa posicionaron a un médico a quien atribuían la defensa de la medicina “científica” y la deontología (parte de la ética que trata de los deberes relacionados con el ejercicio de una determinada profesión, en este caso la médica);  al otro lado a un médico al que -por el hecho de incluir la homeopatía entre sus prescripciones – se le atribuía la representación de las pseudoterapias y por tanto se podía considerar un falso científico, y su ejercicio éticamente reprobable.

La sala estaba repleta de pacientes, médicos, veterinarios y farmacéuticos. En sus intervenciones dejaron claro que no se puede negar la oficialidad de la homeopatía como medicamento, ni ir contra Europa en su regulación, ni desoír a los miles de pacientes que reclaman su derecho a ser tratados con esta terapéutica.

Hace tiempo que la Organización Médica Colegial (OMC) creó un grupo de trabajo con el rimbombante nombre de Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias, con el objetivo de definir aquellas técnicas terapéuticas que no gozan de evidencia científica. Lo que priori podría suponer un loable intento de dignificar la práctica médica, ha acabado representando una vergüenza para los médicos, porque cuestiona la propia esencia del acto médico y la libertad del galeno para decidir el tratamiento que considera más adecuado.
Hay varios aspectos sobre los que convendría reflexionar:

  • El espíritu del observatorio se basa en la consideración de que la medicina es una ciencia exacta (como si ya hubiésemos conseguido erradicar la enfermedad y el sufrimiento que ocasiona…). No tiene en cuenta que la realidad en medicina es que los conceptos evolucionan y que resulta muy frecuente ver aparecer medicamentos que se presentan como muy prometedores y que al cabo de poco tiempo desaparecen porque la efectividad inicialmente demostrada en los estudios clínicos (patrocinados por las empresas fabricantes) resulta no ser tal, o porque acaban apareciendo efectos secundarios importantes (recordemos la talidomida, que salió al mercado tras haber demostrado su seguridad y eficacia).
  • No tienen en cuenta el célebre aforismo médico: “la medicina a veces cura, frecuentemente alivia y siempre consuela”. Los médicos vemos con frecuencia pacientes polimedicados, sometidos a múltiples tratamientos farmacológicos (no siempre imprescindibles) que acaban interaccionando entre ellos y produciendo la aparición de nuevos síntomas (para los que reciben nuevas medicaciones). Para el observatorio parece ser preferible esta circunstancia a que el médico dedique más tiempo a la atención del paciente y utilice terapias poco agresivas. También olvidan la lógica popular de que para solucionar los problemas -también los de salud- siempre es mejor el remedio más simple, y el principio hipocrático de “primum non nocere” (ante todo no hacer daño).
    • El observatorio, como en tiempos de la inquisición, se otorga la posesión de la verdad absoluta, cuando sus documentos dejan patente su desconocimiento de la realidad que intenta juzgar (es significativo que en una misma tabla otorguen una validez diferente a una misma técnica: así, por ejemplo, dicen que la fitoterapia cuenta con gran aceptación popular pero que no tiene evidencias suficientes, mientras que la “terapia herbal” (un sinónimo de fitoterapia, traducido literalmente del inglés) tiene menos aceptación pero cuenta con evidencias científicas… Si no se han preocupado ni de conocer los conceptos, ¿como pueden juzgarlos? Esta falta de criterio está en la base de que incluyan un largo listado de terapias en el mismo saco, sin tener en cuenta que muchas de ellas, como la homeopatía, han sido tradicionalmente empleadas por los médicos o que la la acupuntura forma parte de la medicina tradicional china. Ignoran que la medicina naturista se basa en fomentar la capacidad autocurativa del organismo a través de consejos en la alimentación, en la adopción de hábitos saludables y el empleo de terapias naturales; si lo supieran ¿cómo podrían posicionarse en su contra? También es significativa su oposición a la psicoterapia: ¿cómo pueden considerar irrelevante que una persona reflexione con profesionales de la salud sobre sus comportamientos y su forma de reaccionar ante las circunstancias de la vida?
  • El médico es responsable de sus actos frente al enfermo. Desde la base de sus conocimientos y sobre la ética deontológica, puede proponer el tratamiento que considere más conveniente. Si hace una mala praxis será su propio colegio profesional y la justicia quienes le demanden por sus actos. Nunca, nadie, le pondrá imponer lo que tiene que recetar o recomendar.
  • El Real Decreto 1277/2003 de 10 de octubre, establece las bases generales sobre la autorización de centros, servicios y establecimientos sanitarios, con un epígrafe dedicado a las terapias no convencionales, definiendo la Unidad Asistencial en la que un médico es responsable de recomendar tratamientos por medio de medicina naturista, con medicamentos homeopáticos o mediante técnicas de estimulación periférica con agujas u otras terapias que demuestren su eficacia y seguridad.
  • La “Estrategia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre medicina tradicional año 2014-2023’’ recomienda la inclusión de este tipo de terapias en la práctica médica, recomendando a los gobiernos que impulsen políticas, reglamentos y normas nacionales en el marco de la salud integral para garantizar su apropiado, seguro y eficaz .
  • Este observatorio da credibilidad a estudios sesgados que no cuentan con el aval de los profesional de la salud, como el que citó su representante en el debate, el Primer informe sobre fallecidos a causa de pseudoterapias en España, elaborado por la APETP, sin ninguna validez científica por estar plagado de errores metodológicos y falacias.

La OMC va a contracorriente, en un momento en el que se está pidiendo desde la comunidad médica, y la propia OMS, que no se tomen tantos antibióticos, por poner un ejemplo, porque las bacterias se están haciendo resistentes y podría ocurrir en poco tiempo que las infecciones desplazaran como primera causa de muerte, a las enfermedades neoplásicas y cardiovasculares.

Los médicos que integran en su práctica clínica terapias menos agresivas van en aumento. El público, los pacientes, tienen derecho de elección de tratamiento, es un derecho constitucional.