No hace mucho mantuve un intenso debate en las redes sociales sobre los factores que afectan nuestro estado de salud a raíz de la publicación de esta investigación sobre el cáncer en España. Un extenso y riguroso estudio que representa las diferencias en la incidencia de los diferentes tipos de cáncer por municipios en toda España. El debate acabó derivando en la existencia o no de relación entre la instalación de, por ejemplo, líneas de alta tensión e incidencia del cáncer; así como en la credibilidad de determinados “círculos escépticos”, es decir, grupos de personas con una visión muy crítica con todo aquello que no tenga demostración científica. Especialmente, o quizás exclusivamente, desde las ciencias naturales, entendidas como la ciencia que estudia la naturaleza por medio del método experimental, es decir, la física, la química, la geología, entre otras disciplinas. Esto no quiere decir que los círculos estén compuestos por científicos “naturales” o que todos los científicos “naturales” sean “escépticos”. Aunque es posible que en muchos casos exista una alta connivencia.
En concreto, el debate se centró en comentar este documental sobre la relación entre radiación no ionizante y salud. El documental, obra de un círculo escéptico, recoge la opinión de diferentes científicos y expertos en el tema. Al final, se induce a pensar que en realidad no existe relación alguna o que, al menos, no se ha demostrado científicamente, poniendo de alguna manera en tela de juicio (cuando no humillando) toda crítica por parte de asociaciones ecologistas o vecinales cuando ven amenazada sus vidas ante la instalación de antenas de telefonía u otro tipo de infraestructuras que emiten radiación no ionizante en sus propios barrios.
Dudo mucho que los círculos escépticos estén financiados por ninguna empresa de telefonía o nada por el estilo, como he oído en alguna ocasión. De lo que sí comienzo a estar seguro es de que su discurso tiene un profundo sesgo ideológico. Es cierto que los “escépticos” tienen un cuidado casi obsesivo por aparentar objetividad. Sin embargo, el problema del documental y de la visión dominante en este tipo de círculos es su visión cientificista de la realidad. Se trata de un viejo debate dentro del mundo de las ciencias sociales. El sesgo ideológico se produce en el momento en que parten de que la única fuente de conocimiento válida es la que proviene de la aplicación de métodos inductivos característicos de las ciencias naturales. Esta visión es muy típica entre los científicos “naturales” pero también se da, y mucho, entre científicos sociales. De hecho, las políticas de austeridad se fundamentaron en relaciones estadísticamente significativas entre deuda y crecimiento. Relaciones que a la postre se demostraron espurias. Se trata en definitiva de una postura que considera que los resultados de la ciencia experimental están por encima del “bien y del mal” (léase también izquierda y derecha) como si la objectividad sólo fuese posible gracias a esta forma de hacer ciencia. Es posible que esta visión esté legitimada cuando se trata de experimentos de laboratorio donde el investigador tiene bajo control todas las variables, pero presenta enormes limitaciones cuando se trata de producir conocimiento sobre el hombre y la sociedad. Decía el sociólogo Pierre Bourdieu que no hay nada más perverso que pretender ser cien por cien objetivo. O autores como Heron, (1996) quienes llegan a sugerir que, dada la dificultad de ser completamente objetivo, es recomendable que el propio investigador declare abiertamente cuáles son sus valores personales con relación al tema investigado. Siendo este, posiblemente, el principio de máxima objetividad, pues así, al menos, advertimos a futuros investigadores.
Dudo mucho que los círculos escépticos tengan intenciones perversas, pero lo que parece cada vez más claro es que en muchos casos, insisto, presentan un profundo sesgo ideológico (tal vez semi-inconsciente dado la escasa formación en filosofía y epistemología dentro de las ciencias naturales), así como un profundo desconocimiento del mundo social. Con esto no estoy diciendo que el método de las investigaciones a la que se hacen referencia para justificar sus argumentos esté interesadamente mal aplicado o carezca de rigor. El sesgo ideológico puede también estar condicionado por un mal planteamiento de la investigación o el uso que se haga de los resultados finales. Un claro ejemplo lo tenemos con las encuestas de opinión. Es habitual que estas se hagan con el mayor rigor científico por parte del equipo técnico. Sin embargo, bien debido a la forma de plantear el problema de investigación, bien por el uso interesado de la misma, acaban por sesgar los resultados. Algo así sucede con el posicionamiento habitual de muchos “escépticos”. No dudo de que los científicos que intervienen en el documental sobre antenas de telefonía arriba mencionado hayan aplicado el método con la mayor rigurosidad. Otra cosa es que después los resultados sean utilzados como una especie de arma ideológica arrojadiza por parte de determinados grupos de interés y en contra de todo aquel que se oponga a la instalación de antenas de telefonía móvil en el barrio.